¿Por qué se celebra el Espíritu de la Navidad el 22 de Diciembre y no el 22 de Junio que también es el período del otro Solsticio?
El norte siempre ha dominado, es como el polo positivo de nuestra esfera terrestre y el sur es el polo negativo.
También se dice que el hemisferio norte vibra con el Sol, que es positivo, activo y dominante mientras que el hemisferio sur vibra con la Luna, que es negativa, pasiva y más sumisa.
Sumado a lo anterior mencionamos también que la Tierra tiene su eje inclinado 23° 27′ y que la punta de este eje va “señalando” a diferentes sitios del Universo a medida que la Tierra se desplaza en su movimiento de traslación alrededor del Sol, ocurriendo que desde el 22 hasta el 25 de diciembre de cada año nuestro eje terrestre está dirigido o apuntando a la constelación de Las Pléyades y, de allí, al centro de la Galaxia, que es el lugar de máxima concentración de estrellas y de energía positiva que impregnan a todo el planeta, lo cual si ocurre en diciembre pero no en junio.
Esta energía cósmica positiva penetra por el polo norte y luego irradia todo el poder de su electromagnetismo a toda la superficie del planeta, produciéndose así el mejor efecto benéfico, positivo que recibe la Tierra en todo el año.
Es decir, que esta energía benéfica, la máxima positividad recibida durante todo el año, viene del espacio, del centro de la Galaxia (La Vía Láctea, en la cual vivimos) penetra por el polo norte, a través del eje norte-sur de la Tierra y, desde aquí, es irradiado a todos los rincones de la tierra, impregnando todo el planeta por igual. Cuando decimos a todo el planeta nos referimos a que todo el globo terráqueo recibe esta energía evolucionante: la reciben las aguas, las montañas, los minerales, las plantas, los animales y, por supuesto, también la recibe el hombre. Este hombre, que se supone que posee la consciencia, es el que más la puede aprovechar, si se sintoniza con ella, para desarrollar estados elevados de manera consciente.
Maestros, Leyendas y Mitos
Los grandes maestros de sabiduría para podernos dar estas enseñanzas las han ido dejando simbólicamente como cuentos infantiles, en forma de leyendas o mitos sobre los cuales los pueblos les van tejiendo una trama de creencias, rituales y costumbres para rememorar acontecimientos de los cuales ni siquiera conocemos a profundidad.
Por ejemplo: la leyenda del “Espíritu de la Navidad” y la de “Santa Claus” nos dice que es un Anciano Bueno que vive en el polo norte y que, en los días de la Navidad, viene para todo el planeta, cargado de regalos, de dádivas y cosas buenas, para todos por igual.
Vemos claramente que este “cuento” coincide perfectamente con la realidad de los acontecimientos astronómicos antes estudiados: la energía positiva que viene del cosmos, del centro de la galaxia, llega a la Tierra por el polo norte (lugar donde se supone que reside Santa Claus y el ”Espíritu de la Navidad”) y de allí se esparce e impregna a todo el planeta con sus efectos benéficos trayendo alegría, elevación espiritual, hermandad, etc., que, en suma, son todos regalos de Lo Alto, al igual que Santa Claus, desde el polo norte se desplaza a todos los rincones de la Tierra llevando regalos que van a despertar la alegría, la hermandad, en el corazón de toda la Humanidad.ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.
Así podemos ver que todos los rituales que se realicen en estos momentos siempre serán positivos, aunque ni siquiera se sepa el verdadero sentido y causa de lo que se está practicando.
Pero, si sabemos con certeza las energías que se están desplazando y sus efectos en la consciencia del hombre, podemos multiplicar grandemente sus beneficios aún sin realizar ningún ritual, sino simplemente con el contacto mental y la disposición al cambio, hacia lo superior… en nosotros, lo cual se sentirá como un efecto benéfico en nuestro entorno al haber modificaciones, cambios reales y duraderos en nuestra conducta, en nuestro lenguaje, en la manera o forma de nuestro comportamiento con nosotros mismos y con los demás.
Si esto ocurre así el Espíritu de la Navidad se hará realmente presente, en forma concreta y tangible, se hará carne y hueso, acción y fuerza, voluntad y trabajo de superación, hermandad, etc., a través de nosotros mismos, porque cada uno de nosotros, en forma consciente, será un verdadero “Espíritu de la Navidad”, vivo, actuando por el mundo, sin importar el lugar que nos haya tocado vivir, llenando al planeta de cosas buenas, con el ejemplo en la acción, sin tantas palabras, palabras, palabras…
Para cumplir la “sentencia”: -“Y el VERBO se hizo CARNE” (Juan I: 14), dejando de hablar tanto de bondad y fraternidad y llevarlo a la práctica en nuestra vida, lo cual debe ser el verdadero objetivo de la celebración de “El Espíritu de la Navidad”.
El Espíritu de la Navidad
Desde no hace muchos años hasta el presente se ha venido difundiendo y generalizando lo que se ha llamado la celebración del “Espíritu de La Navidad”. Esto consiste en la realización de ciertos rituales el día 22 de diciembre (21 de diciembre en las cercanías de las doce de la media noche, por tanto, se celebra al inicio del día 22 de diciembre), invocando a un supuesto personaje anciano, barbudo que viene cargado de juguetes, dádivas y presentes.
Con estos rituales de invocación las personas buscan de atraer, hacia sí mismos, efectos benéficos de dicha, fortuna, amor, riquezas, trabajo, etc., bajo la suposición de que en ese momento el “Espíritu de la Navidad” se hace presente y penetra hasta el interior de nuestros hogares (por eso se abren las ventanas y las puertas) impregnando de “cosas buenas” a todos los presentes.
Los rituales varían muchísimo de acuerdo con cada grupo y cada persona, generalmente usando esencias aromáticas, aceites e inciensos diversos. Con frecuencia también se ha utilizado el color y el olor de las mandarinas y se dicen ciertas fórmulas, oraciones o frases rituales.
Pero… ¿existe verdaderamente el “Espíritu de la Navidad”?. Y, si es positiva la respuesta, ¿en qué consiste realmente y por qué se celebra el 21 de diciembre a las doce de la noche?.
Analizaremos lo más científica y astronómicamente posible lo que es realmente el “Espíritu de La Navidad”.
Entre el Sol y las Pléyades
Si recordamos lo estudiado en el capítulo anterior tenemos que la Tierra gira alrededor del Sol en 365 días, que su movimiento no es circular sino elíptico, que nuestro planeta no está perfectamente vertical sino que su eje norte-sur tiene una inclinación de 23° 27′, y este eje va “apuntando” a diferentes lugares del espacio a medida que nuestro globo gira alrededor del Sol, tendremos los elementos básicos necesarios para recordar y entender como se producen los equinoccios y los solsticios a medida que avanza la traslación de la Tierra alrededor del Astro Rey.
Si sabemos que el movimiento es elíptico tendremos cuatro puntos cruciales en cada vuelta alrededor del Sol.
En primer lugar están los dos puntos medios o equinoccios, ya que el Sol le da su luz y su calor equitativamente a todo el planeta en estos momentos. De donde se origina el término Equinoccio (Equi = igual y Noccio = noche). Y significa que ese día tendrán igual duración el día y la noche: 12 horas cada uno.
Por otro lado, tendremos los puntos más distantes de la elipse, es decir, sus extremos, que serán los solsticios: el 22 de junio será solsticio de verano en el norte y de invierno en el sur y el 22 de diciembre será solsticio de invierno en el norte y de verano en el sur.
Cada vez que la Tierra llega a un extremo de la elipse, es decir, cuando va a entrar en los solsticios, se aprecia una detención del movimiento aparente del Sol que dura tres días. Es decir, que si observamos al Sol durante los solsticios y, por ejemplo, lo vemos por el lugar en que anochece, permanecerá en el cielo sin variar su declinación, y, durante esos tres días, anochecerá exactamente por el mismo lugar, por lo que se dice que el Sol está aparentemente estático, inerte, como muerto y… al tercer día resucita, al renacer en su movimiento hacia el norte.
Podemos ver, entonces, que el solsticio de invierno comienza el 21 de diciembre a las doce de la noche, que es el día y la hora de la celebración de la llegada del “Espíritu de la Navidad”; y, al tercer día, terminando el solsticio, el 24 de diciembre a las doce de la noche, cuando ocurre el renacimiento del Sol, es el momento de la celebración de la Navidad del Cristo.
Esto nos da a entender que tanto el “Espíritu de la Navidad” como la celebración de la Natividad del Cristo son fiestas basadas en la revolución solar y su fundamento verdadero es el fenómeno del solsticio de invierno para el hemisferio norte.
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